La marca de los anillos tardó casi diez años en ofrecer un producto para el segmento de las SUV medianas, donde la BMW X3 reinó en soledad durante mucho tiempo. Apenas en el 2009 llegaron las respuestas de Mercedes-Benz (GLK), Volvo (XC60) y Audi.
La Q5 no tiene el diseño más vanguardista del grupo, pero es elegante y a todo el mundo le cae bien. No tiene la parafernalia de trucos off-road de la Land Rover Freelander 2 (otra de las contendientes del segmento), pero el sistema Quattro es más que suficiente para divertirse fuera del asfalto. Tampoco tiene la interminable lista de equipamiento (y de opcionales) de la GLK ni estrena ningún sistema de seguridad revolucionario, como el City Safety de la XC60.
La Q5 no es más que un Audi A4 con carrocería de SUV y (un poco) más de despeje del suelo. Pero eso es suficiente para haberse convertido -casi de manera automática- en la más vendida de su segmento y en referente obligado.
El motor 2.0 turbo con 211 caballos es un ejemplo de eficiencia y potencia, que lo demuestra en cada uno de los productos del Grupo Volkswagen donde se utiliza. La calidad de terminación es irreprochable, también ejemplo para toda la industria. La transmisión S-Tronic con doble embrague y siete marchas es, sin más vueltas, la mejor caja secuencial del mundo en este momento. Tanto, que la usó Bugatti, la copió Porsche y la terminó adoptando hasta Ferrari.
Los defectos de la Q5 son pocos y, la mayoría de ellos, muy subjetivos. El portón trasero, que sube y baja con motores eléctricos, es el colmo de la vagancia. Las salidas traseras del aire acondicionado no funcionan con la misma fuerza que las delanteras. El consumo en ruta, si no se cuida el acelerador, puede ser elevado. Y los estribos de aluminio (opcionales) resultan algo inútiles, porque el acceso a la cabina no es tan alto y, a la larga, sólo sirven para hacer tope en caminos difíciles y ensuciarte los pantalones cuando bajás.
Eso es todo. La Q5 es tan buena que la única preocupación del posible comprador es verificar si en su cuenta tiene o no los 62.900 dólares que cuesta esta versión (con caja manual vale 58.500).
Vehículos como éste son tan correctos que pensar en una crítica es un ejercicio insoportable. La única solución, entonces, es escribir menos y disfrutarlos más.
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